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El programa Artemis de la NASA, que busca llevar nuevos astronautas a la Luna esta década, está enfrentando nuevos reveses. Recientemente, la agencia espacial anunció que una misión programada para aterrizar en 2026 se pospuso hasta mediados de 2027. Además, una misión de exploración lunar que se suponía que los astronautas llegarían a la Luna en septiembre de 2025 ahora se ha reprogramado para abril. de 2026.
Estos regresos se deben, en parte, a complicaciones con la cápsula Orión, diseñada para transportar astronautas durante estas misiones. La NASA había sido previamente informada de un problema con el escudo térmico de la cápsula, que había sido dañado inesperadamente durante la misión Artemis I, que no tripuló y llegó a Cabo en 2022.
El administrador de la NASA, Bill Nelson, dijo que había realizado pruebas exhaustivas para identificar los problemas asociados con el regreso de los astronautas a la Luna. Estas pruebas ayudaron a descubrir la causa subyacente de los problemas del escudo térmico.
Pam Melroy, directora ejecutiva de la NASA, explicó que el problema está relacionado con cómo la cápsula Orión vuelve a entrar en la atmósfera terrestre después de regresar al espacio profundo. El barco utiliza una técnica conocida como «reentrada por salto», que se acerca a una piedra que salta sobre el agua para disminuir la velocidad. Este método es necesario debido a la alta velocidad y energía que la cápsula debe disipar al regresar, que es considerablemente mayor que un reingreso desde la órbita terrestre baja.
Sin embargo, durante el reingreso de Artemis I, el calor se acumuló en el manto exterior del escudo térmico, lo que provocó la inesperada ruptura del material. Para solucionar este problema, el avión de la NASA ajustó el haz de Artemis II.
Este anuncio es sólo el más reciente de una serie de demostraciones relacionadas con el Programa Artemis, que es fundamental para los objetivos de la NASA. Con el tiempo, la agencia realizó varios cambios en su cronograma mientras se preparaba para Artemis II, la misión que llevará a los astronautas al espacio profundo. Ahora, solo si se ha planteado un vuelo sin tripulación del corazón, conocido como Spatial Landing System (SLS), que se quiere realizar en 2022.
La historia de fondo dio inicio a la batalla del aterrizaje de Artemis III, la misión que llevarían los astronautas a la superficie lunar, además del objetivo trazado por la NASA antes de la presidencia de Donald Trump. Antes de partir hacia el cargamento, la agencia había planeado un viaje de ida y vuelta para 2028. Sin embargo, en 2019, el entonces vicepresidente Mike Pence anunció que la administración presionaría a la NASA para acelerar este cronograma, con el objetivo de realizar un viaje de regreso para 2024. .
La decisión de acelerar la alianza fue tomada por la autoridad competente con China en la carrera espacial. Los funcionarios de Washington han expresado su preocupación por la posibilidad de perder la supremacía estatal en el espacio. En un acto de presentación celebrado en abril de este año, los representantes chinos confirmaron sus intenciones de enviar astronautas a la Luna de aquí a 2030.
Nelson también destacó la importancia del hecho de que Alunice de la NASA esté ubicado en el polo lunar, una región que parece contener valiosos depósitos de hielo de agua. Este llamamiento podría convertirse en combustible para los compañeros o incluso en agua potable. «Es crucial que nos alunicemos en el polo sur para no ceder esa parte de la Luna a los de arriba», afirmó Nelson, ensalzando la experiencia actual en exploración lunar.
A pesar de los desafíos y las repercusiones, el programa Artemis sigue siendo un componente esencial de la visión de la NASA para el futuro de la exploración espacial. La agencia está comprometida a superar los obstáculos técnicos y administrativos en su camino hacia el regreso de los humanos a la Luna. Mientras el mundo observaba, la NASA no sólo buscó hacer historia, sino que también estableció una presencia sostenible en la Luna que serviría como trampolín para futuras misiones a Marte y más.
La importancia de esta misión no sólo radica en el historial de una exploración, sino también en el potencial de descubrimientos científicos que la exploración lunar podría generar. La Luna, con sus recursos naturales y su proximidad a la Tierra, representa un laboratorio ideal para la investigación espacial. El conocimiento adquirido a través de Artemisa y otras misiones puede proporcionar información valiosa sobre la formación del sistema solar, así como la historia de la Tierra y su clima.
A medida que avanza en la planificación de futuras misiones, la NASA también está trabajando en una colaboración internacional en la exploración lunar. La colaboración con otras naciones y agencias espaciales enriquecerá el programa Artemis y contribuirá a la creación de una comunidad global dedicada a la exploración espacial. Esta colaboración puede incluir el intercambio de conocimientos, tecnologías y recursos, beneficiando a todos los involucrados en la búsqueda de nuevos horizontes en el espacio.
A pesar de los desafíos, el compromiso de la NASA con la exploración lunar y su visión para el futuro son más fuertes que nunca. Con una serie de misiones planificadas y una creciente base de ayuda internacional, el programa Artemis tiene el potencial de transformar nuestra comprensión del espacio y abrir nuevas oportunidades para la humanidad. La exploración lunar no es sólo un paso hacia Marte, sino que también podría ser la clave para resolver muchos de los desafíos que enfrentamos en nuestro planeta, como el acceso a los recursos naturales y la sostenibilidad.
La NASA continúa avanzando con determinación, superando obstáculos y apuntando a un futuro donde la exploración espacial se convierta en una realidad para todos.
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